miércoles, 16 de junio de 2010

Citas y frases famosas

No juzgues por la pequeñez de los comienzos: una vez me hicieron notar que no se distinguen por el tamaño las simientes que darán hierbas anuales de las que van a producir árboles centenarios.

Josemaría Escrivá de Balaguer
 
Las estrellas de Hollywood son como los adornos de los árboles de navidad:brillantes por delante y papel por detrás.
Antonio Banderas
 
Alabad el árbol que desde la carroña sube jubiloso hacia el cielo!

Brecht, Bertolt

Pues el pájaro cantor jamás se para a cantar en árbol que no da flor
José Hernández

Los árboles, las flores, la hierba, vuelven a encontrar periodicanmente su brillo y su esplendor, su perfume y su juventud. Sólo el hombre muere un poco cada año."
(Alphonse Karr, escritor francés.)

“El amor semeja un árbol: se inclina por su propio peso, arraiga profundamente en todo nuestro ser y a veces verdeciendo en las ruinas de un corazón.”

(Víctor Hugo

Tres leyendas sobre el baobab

1. Se dice que si una persona bebe agua en la que se han mojado semillas de baobab, quedará protegido del ataque de los cocodrilos. Pero si osa arrancarle una flor al baobab, morirá devorado por un león.

2. Cuentan en África que el baobab era uno de los árboles más bellos del continente, admirado por todos por su follaje y flores. Su vanidad creció tanto que los dioses lo castigaron, enterrando sus ramas y dejando a la vista sus raíces.

3. El Baobab es un árbol que crece en las zonas de bosque claro al norte de África, posee un tronco bastante grueso, de una corteza muy dura y, en medio de sus enormes hojas en forma de palmera, se encuentra lo que los nativos llaman :”el corazón del baobab”. Este corazón es una especie de núcleo bastante áspero, casi irrompible y, aunque ahora ese “corazón” es solo una bola oscura y vacía, hace bastante tiempo no era así... definitivamente no lo era.

Cuenta la historia que, en un paraje muy lejano de la enigmática África, hace muchísimo tiempo vivía una familia de conejos muy pobres en la cual papá conejo se ganaba la vida como podía para tan solo llegar al anochecer a su casa con unas cuantas monedas y así poder comer con su familia lo poco que podían comprar. La vida era muy difícil para esta familia de conejos, mamá preparaba la comida para sus hijos con mucho cariño pero con pocas papas y en una cocina ya demasiado vieja. Cierto día, papá conejo se cansó de tanto caminar por el caluroso desierto llevando una encomienda que le habían designado y simplemente se echó a descansar bajo la sombra de un árbol grueso y de enormes ramas.

- ¡Oh, qué buena sombra que da este árbol!.- dijo el conejo.- creo que descansaré un rato, hace mucho calor y no he almorzado todavía.

Y así, el conejo se sentó a la sombra del árbol a lamentar su suerte. Comenzó por maldecir al sol que tanto le quemaba, a la arena que siempre se le metía entre las patas, a la lluvia por inundar su aldea y todo el mundo. Cuando de pronto, el robusto árbol sobre el cual él estaba empezó a hablarle con una voz muy dulce.

- Amigo conejo, ¿Por qué te lamentas de tu suerte?, ¿Acaso no eres contento como eres?.- Replicó el árbol

- Vaya, qué triste y desdichada es mi vida. Si tan solo pudiera ser un árbol como tú... ¡Claro!, todo el día parado, sin tener que trabajar, tan solo estiras tus hojas y recibes el alimento del sol y de la lluvia. ¡Qué más podrías pedir!.- se lamentaba el conejo.- En cambio yo, tengo que trabajar muy duro, tengo que padecer de hambre por darle de comer a mis hijos... ¡Qué triste es mi vida!

El árbol se puso muy triste por las palabras del conejo y le dijo con su melodiosa voz

- ¿Sabes?, soy un Baobab, y, a pesar de que nunca hablo con los animales, me has conmovido mi joven amigo conejo

Luego de estas palabras, el conejo se puso de pie y miró al árbol desde arriba hacia abajo. El conejo no se había percatado de que aquel árbol era en realidad un baobab, y el conejo, que no era nada bruto, sabía lo que decían todos sobre el baobab :” El baobab guarda muchas riquezas en su corazón, pero son pocas las personas que logran descubrir tal tesoro”. Luego de esto, papá conejo se asustó mucho y se arrodilló ante el baobab.

- Perdóneme señor baobab por maldecir a la naturaleza, le prometo que no volveré a quejarme de mi suerte, solo déjeme ir y seguiré trabajando firme para no tener que lamentarme por lo que soy.- dijo el conejo mientras se disponía a seguir con su trabajo.

- Espera un momento amigo conejo, no te vayas aún...

De pronto, el baobab estiró sus ramas fuertemente y el corazón que tenía entre ellas se dio al descubierto. Papá conejo se quedó asombrado, pero a la vez temeroso de que el baobab le hiciera alguna especie de daño por hablar mal de la naturaleza. El baobab, en cambio, dio un suspiro de regocijo y, luego de unos segundos de silencio, el corazón del baobab se abrió lentamente. Ese oscuro núcleo comenzó a descubrir todo lo que tenía en su interior y ¡oh sorpresa!, el baobab tenía en el interior de su corazón muchos tesoros : joyas, diamantes, monedas de oro, perlas, rubíes, piedras preciosas, telas finas, etc. Papá conejo se quedó asombrado ante tal espectáculo y el baobab le dijo con voz tierna :

- Toma lo que creas conveniente, vamos, acepta esta poca ayuda que quiero ofrecerte mi buen amigo conejo.

El conejo, muy agradecido, cogió lo que cabía entre sus manos y se marchó contento luego de darle las gracias al baobab por tal muestra de generosidad.

Al llegar a su casa, les contó todo a su familia y, por fin, pudieron cambiar su forma de vida. Papá conejo ahora iba en carro al trabajo, ahora vestía bien, ahora ya estaba muy gordito y siempre andaba limpio. Mamá usaba ropas finas, ahora podía cocinar un rico banquete para sus hijos, remodelaron su casa, y todas esas cosas que hace la gente rica. Ahora mamá conejo llevaba siempre su collar de perlas a las reuniones de sus amigas, y fue en una de esas reuniones donde la señora hiena observó con mucha envidia las riquezas de mamá conejo. La señora hiena, que era muy autoritaria, le exigió a su marido que también le comprase a ella un collar de perlas, que le comprase un auto, que le comprase telas finas y todas las cosas que el marido de mamá coneja le había comprado a ésta.

El señor hiena, sintió curiosidad acerca de cómo el conejo había adquirido tantas riquezas así que un buen día se le acercó y le preguntó qué es lo que éste había hecho. Pues bien, papá conejo, que era de un corazón noble, le contó al señor hiena todo lo sucedido con el baobab. Le contó cómo había llegado a la sombra de éste árbol y el montón de tesoros que había en el interior de su corazón. El señor hiena se emocionó bastante y sin perder ni un segundo se fue hacia donde estaba el baobab para robarle todos los tesoros que había en su corazón y así llenarse de lujos como los que poseía el conejo.

Esta malévola hiena fue hacia donde estaba el apacible baobab y sin perder mucho tiempo se echó bajo la sombra de éste, como le había indicado el buen conejo. Luego, empezó a gritar con voz muy fuerte: “¡ Ay!. ¡qué desdichada es mi vida, qué pobre soy, qué mala suerte la mía, soy tan desdichado!”. El baobab, empezó a sacudir sus ramas suavemente...

- Mi buen amigo hiena, qué grata visita me has dado, ¿por qué te quejas de tu suerte?, ¿es que acaso no eres feliz con lo que eres?.- dijo el baobab.

- Pues no, la verdad no soy lo suficientemente feliz como debería, si tan solo pudiera tener tantos tesoros como el conejo mi vida sería distinta. Si tan solo fuese poseedor de las riquezas que tiene el conejo me sentiría más aliviado.- mencionó la hiena con un tono muy sarcástico.

De pronto, las hojas del baobab se estiraron muy fuerte y éste dio un gran y tierno suspiro. La hiena se quedó impaciente, no podía dejar de caminar de un lado para otro sin dejar de ver lo que descubría las hojas del baobab. Entonces, como ya había sucedido antes, el corazón de este árbol se dio a descubrir y quedó a la vista de la hiena que lentamente empezaba a sacar las garras. El baobab dio otro suspiro y comenzó a abrir el oscuro núcleo que albergaba tantos tesoros, a los cinco segundos el corazón del baobab quedó totalmente al descubierto y, también, los tesoros que poseía en su interior. A la hiena se le salían los ojos ante tanta maravilla; al instante el baobab dijo con su tranquilo tono de voz :

- Toma lo que creas conveniente, vamos, acepta esta poca ayuda que quiero ofrecerte mi estimado señor hiena.

El señor hiena, que tenía una intención muy distinta a la del conejo, pensó que si le arrancaba el corazón al baobab no solo se llevaría lo que alcanzara entre sus manos, sino todos los tesoros de este árbol. El señor hiena pensó que el baobab tenía muchos otros tesoros escondidos en su interior así que se lanzó salvajemente sobre el baobab y, con sus filudas garras, empezó a desgarrar el corazón de este árbol. Lo rasgó y lo rasgó, comenzó a hacerle mucho daño al pobre baobab; esta hiena mordía en hincaba sus dientes sobre la corteza del corazón del baobab para arrancarle así el corazón y quedarse con absolutamente todos los tesoros que estaban en el interior de éste.

Fue un momento muy doloroso para el baobab, que lloraba de dolor y de tristeza por la decepción sufrida a causa de la hiena. De repente, el corazón del baobab se cerró bruscamente y se ocultó nuevamente entre sus hojas que se habían tornado de un verde muy tenebroso. La hiena, que no pudo conseguir ningún tesoro comenzó a maldecir al árbol, comenzó a rasgar su tronco pero fue inútil, pues ahora el tronco del baobab se había vuelto áspero de nuevo y de un aspecto mucho más frío. El señor hiena, muy cansado, dio la media vuelta y se fue a su casa sin ninguna clase de tesoro ya que, a causa de su avaricia, no consiguió lo que quiso.

Cuenta la leyenda que desde ese momento nadie ha vuelto a ver jamás el corazón del baobab y que éste ya no deja que se le acerquen muchos animales debido a que su áspero tronco emana mal olor. Cuentan también que las hienas siempre andan en manada por el desierto en busca de algún otro baobab para conseguir los tesoros que oculta éste árbol.

Y dicen también que el baobab se parece mucho a las personas ya que, a pesar de que éstas aparentan tener una corteza muy dura y áspera, poseen un corazón lleno de tesoros. Sin embargo, las personas, al igual que el baobab, tienen un corazón escondido, muy duro y muy difícil de abrir... ¿Por qué es tan difícil para las personas abrir su corazón?, ¿Por qué se les hace tan complicado demostrar las riquezas que hay en su interior?, ¿Por qué ocultan tal corazón entre sus grandes hojas?, ¿Por qué se rehúsan a volver a entregarle su corazón, como lo hicieron alguna vez, a cierto conejo?, ¿de qué hienas se acordarán? ...

Cuento adaptado del folklore africano (Fuente oral: Francois Valleys).

El árbol del buho

Dicen que la noche en la que nació Pequeño Soñador el cielo se había vestido de gala. Los antepasados brillaban con una luz especial y el señor del poder lanzó un rayo a la tierra a la vez que Pequeño Soñador daba su primer grito.

Las jóvenes mujeres de la tribu que estaban junto a la madre de Pequeño Soñador no entendían lo que había sucedido, sólo la más anciana lo pudo explicar. Pequeño Soñador era el esperado, el que les mostraría el nuevo camino, el que tendría por madre a la Tribu, el que forjaría su fuerza en la soledad.

Pequeño Soñador creció, como había dicho la anciana, entre toda la tribu. Cada ciclo una familia lo acogía, por eso llegó a conocer como nadie los sueños, las inquietudes y los miedos de cada uno de los miembros de la tribu.

Y así, luna a luna se fue convirtiendo en un joven sensible y en un fuerte guerrero. Pero como todos los jóvenes, era impaciente. Una y otra vez preguntaba por qué era distinto a los demás, por qué no había sido aceptado en una familia como siempre hacían cuando un niño se quedaba sin madre. Pero nadie sabía contestarle, sólo le decían que había sido así porque la anciana lo había decidido. Pero ésta hacía muchos años que había regresado a las estrellas y desgraciadamente, no le podía contestar.

Pequeño Soñador trató de aceptar su situación. Se entregó con todas sus fuerzas a la tribu. Trabajaba durante el día con los hombres, aprendió a cazar, a moverse silencioso en el bosque, y durante la noche se reunía con las mujeres y permanecía en silencio, escuchando cuando realizaban un consejo y aprendiendo cómo ellas resolvían los problemas de la tribu.

El tiempo pasaba y cada día se hacía más fuerte, hasta que una noche un rayo cayó en el centro del poblado despertando a toda la tribu. Todos se habían asustado, pero Pequeño Soñador supo que aquello era una señal, su tiempo había llegado. Padre, dijo, me llamas, iré hacia ti, a tu encuentro, a mi encuentro.

Se despidió de todos en la tribu y se adentró en el bosque. Cuando llevaba dos días caminando se le acercó un gran cuervo negro y le pregunto.

-¿A dónde te diriges joven solitario?

-Yo no hablo con los cuervos -le respondió Pequeño Soñador -, sois todos unos pájaros de mal agüero y no tengo por qué contestarte.

El cuervo negro agitó las alas con fuerza y le contestó:

-Eres aún muy joven para entender, pero sea cual sea tu destino no te olvides de una cosa, si no eliminas tus prejuicios jamás podrás encontrar lo que buscas.

Pero Pequeño Soñador estaba demasiado impaciente como para detenerse ante un feo cuervo y continúo su viaje sin prestarle demasiada atención.

Fueron pasando los días y cada vez se adentraba más y más en el oscuro bosque hasta que una mañana volvió a encontrarse con el cuervo.

-¿Otra vez tú aquí?, -le preguntó molesto Pequeño Soñador.

-No, -contestó- eres tú, joven viajero, el que ha regresado a mí.

-Pues no entiendo nada -exclamó enfadado Pequeño Soñador-. Llevo varios días caminando casi sin detenerme, ¿cómo puedo haber vuelto al mismo lugar?

-Ya te dije amigo que no podrías llegar a ningún lugar si pretendías ver las cosas sólo desde tu punto de vista.

Este bosque es mágico, todo está vivo y todo lo que en él vive tiene la sabiduría suficiente para indicarte el camino, pero no puedes poner tus condiciones y no puedes despreciar nada de lo que se te presente.

-Perdóname cuervo -dijo Pequeño Soñador-. Desde hoy nunca más volveré a dejarme engañar por las apariencias y mucho menos por lo que otros digan. Pero oye, estoy pensando, ¿Por qué no me acompañas en mi viaje?

-De verdad que me gustaría -contestó el cuervo- pero yo debo quedarme aquí y proteger la entrada en el bosque. Yo vigilo, aunque muchos no se enteran. Ahora debes continuar tu viaje, lo que tú necesitas sólo lo podrás encontrar en soledad.

Dicen que desde aquel momento Pequeño Soñador no fue el mismo. Entró en el bosque sagrado por la puerta mágica de la confianza y descubrió que el camino que antes había recorrido ya no era igual.

El cuervo tenía razón, tenía mucho que aprender antes de llegar a su objetivo. De pronto todo tomó vida. Las piedras le hablaban de la fuerza que había en su interior. Los pájaros le enseñaron a subir a lo alto de los árboles y contemplar así los obstáculos del camino como diminutos problemas. El agua le enseñó que debía aprovechar cada segundo de su vida porque nunca habría otro momento igual.

Se sentía tan lleno, tan alegre y con tanta necesidad de aprender de todo que casi se olvidó de su objetivo, hasta que un día vio a lo lejos un gran lobo negro que estaba delante de una cueva.

Nadie sabe explicar lo que vivió dentro de la cueva Pequeño Soñador pero dicen que cuando salió de ella llevaba un fardo sagrado y que dentro de él estaba el espíritu de su padre.

Pequeño Soñador regresó junto a su tribu y les indicó el nuevo camino. La tribu le siguió y desde entonces nos vigilan desde aquellas estrellas que están allí, a los lejos".

Y el contador de historias levanto su largo brazo y señaló unos puntos lejanos y brillantes.

-¿Te refieres a las Pléyades? -preguntó uno de los niños.

-Sí -contestó el contador de historias-, así es como vosotros las llamáis.

Y así termina esta leyenda que yo ahora os cuento, y que generación tras generación ha sobrevivido porque, como dicen los ancianos, "lo que nace de las estrellas nunca puede morir".

ELENA G. GOMEZ

El árbol matasano,la serpiente y la laguna del barva

Hace muchos años, tantos que aún no habían llegado a nuestra tierra los primeros descubridores españoles, este país era un dominio de los aztecas. Así lo dicen los documentos de la época española y así también parece desprenderse de la siguiente leyenda que nosotros recogimos de boca de un anciano de más de setenta años, moreno, barbilampiño, posible descendiente de los huetares.

Cuenta la leyenda que en el valle del Abra1 existía un grupo de aborígenes bastante numeroso, distribuido en rancherías; una de ellas, cuyo nombre indígena se perdió, estaba situada en una zona próxima a lo que hoyes San Rafael de Heredia, San Josecito.

Según se desprende de los enterramientos hasta ahora hallados en esa región, estos indios eran hábiles en las artes manuales; sabían hacer en piedra cabezas, retratos, sukias, es decir, hechiceros modelados con bastante perfección, hachas de varios tamaños, cerámicas policromadas y otros objetos más.

Un día llegó a ese pueblo una suntuosa comitiva de indios extranjeros, todos muy bien vestidos, algunos llevaban armas de guerra. En el grupo se destacaba uno que portaba un arbolito de matasano en el que se veía arrollada una serpiente, la cual parecía ser el símbolo de la cultura a la que los visitantes pertenecían.

Los recién llegados eran nada menos que los agentes colectores de tributos en las tierras dominadas por los aztecas. En su lengua se les llamaba calpixquis y los tributos que demandaban eran maíz, telas, cerámica, mujeres, esclavos, etc.

La gente del poblado se reunió en la plaza y los intérpretes tradujeron el deseo de los calpixquis, que era el de dejar allí el arbolito junto con la serpiente2.

Pero sucedió que al poner en el suelo la serpiente, al momento empezó a brotar agua y más agua, cosa que no agradó a los indios quienes suplicaron a los colectores de tributos que se llevaran la serpiente y que dejaran el arbolito de matasano.

Así lo hicieron éstos y cuando, siguiendo su camino con dirección al norte en ruta hacia el país de donde habían venido, llegaron a la cumbre de la montaña más próxima, allí dejaron la serpiente. Del suelo empezó a salir y salir agua, hasta que se formó una laguna: la laguna del volcán Barva3.

Después de estos sucesos habían transcurrido doce lunas cuando la alarma cundió en el pueblo de indios a causa de que la serpiente se había salido de la laguna, había bajado al poblado y andaba devorando niños. Todos los pobladores corrieron al rancho del sukia a pedirle su intervención mágica. El sukia dijo que lo que sucedía era que la serpiente tenía hambre y que para calmarla había que subir a la laguna y ofrecerle sacrificios.

Así se hizo. Desde entonces, año con año, los indios de aquel pueblo llevaban a la laguna niños que inmolaban en honor de la temida serpiente. Los padres de los niños sacrificados recibían como premio poder entrar a la hacienda que por virtud extraña tenía la serpiente en el fondo de la laguna; allí podían recoger y llevar para sus casas, eso sí sólo durante un año, abundantes comestibles que les ayudaban a vivir. Los que no tenían parentesco con los niños sacrificados y que trataban de entrar a aprovisionarse de la laguna, jamás pudieron lograrlo.

Meléndez Ch., Carlos.

El árbol confundidi

Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.


Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: "No sabía quién era."

Lo que le faltaba era concentración, le decía el manzano, si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. "¿Ves que fácil es?" No lo escuches, exigía el rosal. Es más sencillo tener rosas y "¿Ves que bellas son?" Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.

Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó: No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución:

"No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas...Sé lo que Dios quiere que seas, y para lograrlo, escúchalo."

Y dicho esto, el búho desapareció.

¿Lo que Dios quiere que sea...? Se preguntaba el árbol desesperado, cuándo de pronto, comprendió... Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar:

"Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión "Cúmplela".

Y el árbol se sintió fuerte y seguro y se dispuso a ser todo aquello para lo cual había sido creado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.

Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

El nogal

Érase un cuidado y amplio jardín, rodeado por un alto muro, donde vivían muchos árboles
frutales.

-¿Por qué debo quedarme escondido en este jardín? -dijo un día el nogal-. Yo quiero
prolongar mis ramas hasta el fin del camino para que todos vean la riqueza de mis frutos.
Y poco a poco se las fue arreglando para que sus ramas más bellas colgaran por fuera del
muro, a la vista de todos.

Llegó la época en que aquellas ramas se cargaron de frutos y los que pasaban empezaron
a apoderarse de ellos. Y donde sus manos no llegaban, alcanzaron sus estacas.

En poco tiempo el nogal, apaleado y apedreado, perdió frutos y hojas, y sus brazos
desnudos, terriblemente mutilados, colgaron lacios y tristes por fuera del muro.

El que por vanidad cae en la tentación de exhibir
su riqueza, se expone a que los desaprensivos se
apoderen de ella, dejándole en la indigencia.
 
Leonardo De vinci

Entre árboles

Si eres tú la que busco

ven en la noche de perdidos reflejos,
si eres el cuerpo amado
ven entre árboles, entre canciones.

Aquí te espera un tiempo
desposeído de sus fábulas,
un cuerpo castigado por la vida
y las zarzas de los caminos.

Si eres tú la que vienes
déjame una señal entre los árboles:
un velo blanco, una huella en el polvo
me bastarán en mi miseria.

Ven que la muerte espera,
como floresta magnífica espera la muerte;
si eres tú la que busco
ven protegida por un cielo.

Giovanni Quessep

El árbol que hablaba

Un día, mientras el león paseaba por la pradera encontró un árbol muy extraño; las hojas parecían caras de personas. Escuchó con atención y oyó cómo el árbol hablaba. Asombradísimo dijo:

-¡Nunca he visto algo tan raro!

Apenas hubo dicho esto recibió un fortísimo golpe y quedó inconsciente. Al despertar, pensó en sacar provecho de la situación. Llevaría hasta allí a sus presas y no se esforzaría en cazar.
Así que salió en busca de su cena.

De esta manera, una tras otro, fueron cayendo en su trampa muchísimos animales.
¡Qué inteligente soy! -se decía el león contentísimo- ¡Comeré como un rey!

Pero, un buen día encontró en su camino a la astuta liebre y pensó que también podría engañarla.
Así que repitió ante ella toda su historia ofreciéndose a llevarla hasta el maravilloso árbol. Al llegar dijo la liebre:

-¡Qué árbol tan grande!
-Eso no es lo que debes decir -repuso el león.

Es cierto, contestó la liebre, y volvió a hablar con el árbol halagándolo.
-¡No!, -rugió furioso- no es un árbol hermoso. Debes decir que nunca has visto algo tan raro.
E inmediatamente cayó derribado por un fuerte golpe.
-¡Ay, león! -dijo riendo la liebre- No puedes engañar a todos por mucho tiempo.
Y se fue muy feliz a avisar a sus amigos para que nadie más cayera
 
Mari  Pulido

El granjero y el manzano

Se cuenta que hace tiempo había un granjero que tenía enormes plantaciones de maíz, trigo, soja, y sin mucho más, un enorme árbol de manzanas, que no daba mucho que desear.


Fue así, que un día, una enorme helada mató a todas sus cosechas de maíz, trigo y soja, a esepción del enorme árbol de manzanas. Desesperado, el granjero, al ver qur todas sus cosechas habían sido destruidas, se puso a llorar de bajo del árbol de manzanas, tratando de pensar de qué manera podría vivir ahora sin tener ninguna planta viva para vender y ganar dinero. Y el árbol, al ver al pobre hombre sufrir decidió regalarle uno de sus frutos, el cual él nunca había probado. El hombre, agradecido, decido probarla. Fue tanto el placer que sintió el granjero al saborear esa manzana, nunca antes había probado algo igual. Después de darle las gracias, el manzano dijo-"A cambio de qué me cuides yo te daré todas las manzanas que necesites para poder vivir"-. Al granjero le pareció un buen trato, con solo regarlo él podría ganar sumas impresionantes de dinero.

A medida que pasaba el tiempo, el granjero y el manzano se hicieron grandes amigos. El manzano se sentía feliz de su amigo el granjero, ya que él le daba agua, le sacaba las hormiguitas y en las noches de helada, lo cubría con una enorme frazada, y se quedaba a dormir con él a su lado. El manzano ya no lo traba como "el granjero" sino que como un amigo fiel.

Fue así que un día, en granjero recibió una cantidad enorme de árboles de manzanas, cantidades incalculables de árboles, con frutos deliciosos según el vendedor y que jamás había probado. Con esta cantidad de árboles, el granjero podría quintuplicar sus ganancias, pero a cambio él debía darles gran atención a los arbolitos ya que eran de una familia de manzanas especial.

Es así que con el pasar del tiempo el granjero cuidaba a sus arbolitos con todo su tiempo, dejando de lado al enorme manzano que lo había ayudado a poder salir de la pobreza y ganar dinero para vivir. El tiempo pasaba y el manzano se enfermaba, sus hojas se secaban y caían, y los bichos se comían frutos. El pobre arbolito no podía aguantar ver como el granjero les daba tanta atención a ellos y a él no. Su amigo el granjero lo había abandonado.

Meses más tarde, cuando el granjero se dirige a retirar los primeros frutos de los manzanos, se llevo tal sorpresa al ver que todas las manzanas estaban podridas por dentro, llenas de gusanos, y las que no, estaban horribles.

Indignado el granjero, decidió cortarlos a todos, dejando solo sus raíces.

El granjero asustado al ver que todas sus ganancias se iban a pique, recordó al viejo manzano, que tal vez podría ayudarlo nuevamente para salir de esta situación.

Gran sorpresa se llevó cuando vio que en el lugar donde estaba el manzano solo quedaba un enorme agujero. Mayor sorpresa se llevó cuando miró hacia su costado y divisó al manzano en la granja del Sr.Carls, uno de los mejores agricultores del país.

De inmediato salió corriendo hacia la granja para reprocharle el porque se había robado su manzano. El granjero estaba indignado por tal apropiación.

Cuando toca la puerta, el granjero Carls sale y decide saludarlo como todas las mañanas, pero inmediatamente, antes de poder estrechar manos, el granjero empieza a gritar y pedir explicaciones por tal comportamiento.

El granjero Carls, inmediatamente, con una sonrisa amigable le dice:

-"Creo que sería mejor que hable con su manzano sobre esto, señor mío, además yo no lo traje hasta aquí, el solito llego hasta aquí, haciendo un esfuerzo tremendo, arrastrando sus raíces mordidas y sus hojas marchitas"-

Que sorpresa se llevó el granjero al descubrir que el manzano podía caminar, pero aun no entendía porque él se había escapado, acaso él no lo había tratado tan bien en esas frías noches de invierno.

Cuando llega a la sima del monte donde se encontraba el manzano, le pregunta:

-"¿Manzano, por qué te has escapado de mi granja, acaso no te cuide, no te trate bien?"-.

El manzano, con una fría mirada y con un susurro del viento dijo:

-"Si, acepto que me has tratado bien, me cuidaste en muchos momentos, eso no lo puedo negar y nunca lo voy a olvidar, nos tratábamos como hermanos; hasta que la codicia te atrapó y me dejaste solo, con los bichitos y el invierno y decidiste darle toda tu atención a esos manzanos, manzanos podridos por dentro, que solo te dejarían con hambre. No podía ver como me dejaste a mí por ellos así que decidí levantar mis raíces, mover mi ramas y salir arrastrándome de tu granja, llevando conmigo la ultima manzana, que tal vez algún granjero al probarla me podría ayudar. Pero no fue necesario, ya que cuando llegue a esta granja, agotado y casi seco, el granjero Carls al verme, decidió urgentemente ayudarme y sin probar la manzana, me plantó en este monte, me dio agua y me quitó todos los insectos, hasta ser después que el probó la manzana y se deleito con esta.

En cambio, tu, solamente te diste cuenta de mi presencia al final de todo, cuando las heladas habían destruido todas tus cosechas y ya no tenías a ninguna planta que te diera algo para vender, a así poder vivir. Ahora te has quedado solo.

viernes, 11 de junio de 2010

El hombre y el árbol

Se dobla con la carga de su yugo
bajo el árbol gentil que lo acompaña.
Silenciosa palpita en su pestaña
el fruto de la pena que hecha jugo,

al sentir como hachazo de verdugo
a la muerte que exhibe su guadaña,
que roza levemente y hasta araña
al roto corazón hecho mendrugo.

La tierra de su llanto se alimenta
bajo el árbol que acuña sus penares.
Ayuno de ilusión que lo desmienta
y expósito de risas y cantares,
abrazado a su árbol se contenta
sintiendo que se alivian sus pesares.
Gustavo pertierra

La balada del viento y los árboles

Fuiste la más bella flor
Que ha florecido en mi vida

Fuiste una viva llama roja que resplandecía con ferocidad
Fuiste el viento que agitaba las ramas

¿Puedes escuchar la balada del viento y los arboles?
¿Puedes oír el tumulto de tu juventud?
Aaah......Tiene que haber más gente que recuerde su propia juventud.
Fuiste el viento que agitaba mis ramas

¿Puedes escuchar la balada del viento y los arboles?
¿Puedes oír el tumulto de tu juventud?
Aaah......Tiene que haber más gente que recuerde su propia juventud.

Fuiste el viento que agitaba mis ramas

Gilbert cocteau

¿Quién eres?

Un tipo vivía obsesionado con su plantación de naranjos y todos los días inventariaba árbol por árbol. Un día, en su inventario diario, le hizo falta una naranja, así que el hombre fue a revisar todos los libros de inventario y confirmó que efectivamente le hacía falta una naranja. No le dio más importancia pero al otro día le hizo falta otra naranja y así durante toda la semana. Al final de semana el hombre estaba muy molesto y se dijo:

Aquí alguien me está robando.

Esa misma noche sacó su escopeta y esperó al ladrón subido en uno de los árboles. En la madrugada ve una sombra que se escabulle por entre los árboles y se dice:

Aquí está ese maldito, le llegó su hora.

En eso, el ladrón subió en el mismo árbol en el que estaba el dueño de las naranjas. Entonces, cuando pasó cerca de él le agarró los testículos y se los apretó lo más duro que pudo preguntando:

¿Quién eres?
Y el ratero, paralizado del dolor sólo atinaba a decir:
Mmhhhhhmmh.

El propietario volvió a preguntar al tiempo que apretaba más fuerte:

¿Quién eres?
Y ladrón sólo decía:
Mmmhhhhmmmm...

El dueño, enfurecido, apretó con mucho más fuerza, jalándolos hacia la derecha, la izquierda, para arriba, para abajo, y preguntó otra vez:

¿Quién eres?
Entonces, el ladrón, sacando fuerza de donde pudo, exclamó:

¡¡Mmmiguel eell mmmudo!!

Moraleja: existiendo dos buenas razones ...hasta los mudos hablan.

El misterio del árbol rosca

Había una vez un majestuoso y monumental árbol en forma de rosca que se erguía orgulloso en el jardín de la casa del estricto y misterioso señor Mark. Desde la vivienda vecina un pequeño y vivaz niño de cuatro años llamado Marcelo sueña con trepar por las ramas del árbol hasta llegar a la frondosa cima en forma de rosca. Un día, Marcelo no lo resiste más y entra al jardín de su vecino en busca de hacer realidad la ansiada ilusión de elevarse entre las hojas de dicho árbol. Es entonces cuando el audaz niño descubre un grandioso secreto que cambia de inmediato todo el pequeño gran mundo que él conocía hasta entonces, trasladándolo a otro momento de su vida en un abrir y cerrar de ojos.
La cantante, compositora y escritora de literatura infantil Magda Botteri nos sorprende una vez más con una tierna historia llena de divertidas canciones, que será el deleite de los más pequeños de la casa. La autora peruana nos sumerge en un mundo en donde la realidad y la fantasía se mezclan de una manera original y amena en una historia que nos habla de la curiosidad innata de los niños, de los secretos de la naturaleza y de la importancia de vivir cada etapa de nuestra vida disfrutándola al máximo.

Marga Botteri

La soberbia del árbol

Dicen que hace muchísimo tiempo a los árboles no se les caían las hojas.

Y sucedió que un anciano iba vagando por el mundo desde joven, pues su propósito era conocerlo todo. Al final estaba muy pero que muy cansado de subir y bajar montañas, atravesar ríos, praderas, bosques, y andar y andar. De manera que decidió subir a la más alta montaña del mundo, desde donde, quizás, podría verlo y conocerlo todo antes de morir. Lo malo es que la montaña era tan alta, que para llegar a la cumbre había que atravesar las nubes y subir más alto que ellas. Tan alta que casi podía tocar la luna con la mano extendida.

Pero al llegar a lo más alto, comprobó que sólo podía distinguir un mar de nubes por debajo de él y no el mundo que deseaba conocer. Resignado, decidió descansar un poco antes de continuar con su viaje. Siguió andando hasta que encontró un árbol gigantesco. Al sentarse a su gran sombra, no pudo menos que exclamar:

—¡Los dioses deben protegerte, pues ni la ventisca ni el huracán han podido abatir tu grandioso tronco ni arrancar una sola de tus hojas!

—Ni mucho menos, —contestó el árbol sacudiendo sus ramas con altivez y produciendo un gran escándalo con el sonido de sus hojas—, el maligno viento no es amigo de nadie, ni perdona a nadie, lo que ocurre es que yo soy más fuerte y hermoso. El viento se detiene asustado ante mí, no sea que me enfade con él y lo castigue, sabe bien que nada puede contra mí.

El anciano se levantó y se marchó, indignado de que algo tan bello pudiese ser tan necio como lo era ese árbol. Al rato, el cielo se oscureció y la tierra parecía temblar. Apareció el viento en persona:

—¿Qué tal, arbolito? —rugió el viento—, así que no soy lo bastante potente para ti, y te tengo miedo? ¡Ja, ja, ja!

Al sonido de su risa, todos los arboles del bosque se inclinaron atemorizados.

—Has de saber que si hasta ahora te he dejado en paz ha sido porque das sombra y cobijo al caminante, ¿no lo sabías?

—No, no lo sabía.

—Pues mañana a la luz del sol tendrás tu castigo, para que todos vean lo que les ocurre a los soberbios, ingratos y necios.

—Perdón, ten piedad, no lo haré más.

—¡Ja, ja, ja, de eso estoy seguro, ja, ja ja!

Mientras transcurría la noche, el árbol meditaba sobre la terrible venganza del viento. Hasta que se le ocurrió un remedio que quizás le permitiese sobrevivir a la cólera del viento. Se despojó de todas sus hojas y flores, de manera que, a la salida del sol, en vez de un árbol magnífico, rey de los bosques, el viento encontró un miserable tronco, mutilado y desnudo. Al verlo, el viento se echó a reir. Cuando pudo parar de reír, le dijo así al árbol:

—En verdad que ahora ofreces un espectáculo triste y grotesco. Yo no hubiese sido tan cruel, qué mayor venganza para el orgullo que la que tu mismo te has infligido. De ahora en adelante, todos los años tú y tus descendientes, que no quisisteis inclinaros ante mí, recuperaréis este aspecto, para que nunca olvidéis que no se debe ser necio y orgulloso.

Por eso los descendientes de aquel antiguo árbol pierden las hojas en otoño. Para que nunca olviden que nada es más fuerte que el viento.

Leyenda tibetana

Leyenda de los árboles

Había en lo alto de la montaña tres árboles jóvenes, que soñaban con frecuencia, que serían cuando fuesen mayores.

-El primero de ellos mirando a las estrellas, dijo: Yo quiero ser el cofre mas valioso del mundo, lleno de tesoros.

-El segundo mirando al río suspiró: Yo quiero ser un barco, para cruzar el océano y llevar a reyes y a reinas.

-El tercero mirando hacia el valle añadió: Yo solo quiero ser árbol. Quiero quedarme en lo alto de la montaña y crecer tanto que cuando miren hacia aquí, las personas levanten sus ojos y piensen en Dios.

Pasaron muchos años y un buen día vinieron los humanos y cortaron los árboles, que estaban tan ansiosos por hacer realidad sus sueños. Pero los leñadores, no acostumbran a escuchar ni a perder el tiempo con sueños. El primer árbol, fue vendido y acabó transformado en un carro de animales, para transportar estiércol.

Del segundo árbol, se hizo un sencillo barco de pesca, que cargaba personas y peces todos los días. El tercer árbol, fue troceado en tablones y apilado en un almacén municipal de suministros.

Decepcionados y tristes al verse así unos y otros se preguntaban:
Porqué esto ¿ Para que estamos aquí ¿ Se acabaron los sueños.

Pero una noche , llena de luz y de estrellas, una joven mujer colocó a su bebé recién nacido, sobre el carro de animales. Y de repente el primer árbol, se dio cuenta de que llevaba sobre sí, el mayor tesoro del mundo.

El segundo árbol, acabó un día transportando a un hombre que terminó durmiendo en su seno; cuando se levanto la tempestad y quiso hundir la barca, aquel hombre se irguió y dijo: Paz. En aquel instante, el segundo árbol comprendió, que estaba llevando al rey de cielo y tierra.

Años mas tarde, a la hora de sexta, el tercer árbol se estremeció cuando los tablones fueron unidos en forma de cruz y un hombre fue clavado en ellos. Por unos instantes se vio indigno y cruel. Pero cuando amaneció el domingo, el mundo se llenó de inmensa alegría. Y el tercer árbol comprendió, que en él habían colgado a un hombre salvación para el mundo y que al mirar el árbol de la cruz, las personas se sentirían infinitamente amadas por Dios y por su Hijo.

Aquellos árboles, habían abrigado sueños y deseos; pero la realidad había sido mil veces, mas hermosa de lo que jamás, habían podido imaginar.

( M. Mckenna)