viernes, 11 de junio de 2010

El hombre y el árbol

Se dobla con la carga de su yugo
bajo el árbol gentil que lo acompaña.
Silenciosa palpita en su pestaña
el fruto de la pena que hecha jugo,

al sentir como hachazo de verdugo
a la muerte que exhibe su guadaña,
que roza levemente y hasta araña
al roto corazón hecho mendrugo.

La tierra de su llanto se alimenta
bajo el árbol que acuña sus penares.
Ayuno de ilusión que lo desmienta
y expósito de risas y cantares,
abrazado a su árbol se contenta
sintiendo que se alivian sus pesares.
Gustavo pertierra

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