Ya es otoño, y apenas quedan hojas en el árbol,
ese árbol que observo día a día
y absorta admiro tras una ventana.
Yo comparto su vida y él la mía,
nos lo contamos todo con miradas
y nuestras almas envuelve una magia.
Árbol de otoño, invierno y primavera.
Y esas pequeñas chispas que aún habitan,
pequeños hijos que aún no se han caído,
me susurran palabras al oído
y me cuentan su miedo a la muerte,
a separarse de la madre así, tan niños.
Mas yo les tranquilizo y duermo con mis ojos,
les canto nanas desde una ventana
y ellos me lo agradecen con sonrisas.
Así, juntos creamos un lenguaje,
un lenguaje alejado de la urbe,
nuestra propia poesía recreamos.
Árbol de invierno, otoño y primavera.
Nos quedan varios días, varias horas,
varios hijos aún para que nazcan,
varios versos por componer nos quedan.
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