viernes, 9 de abril de 2010

El árbol vanidoso

En un gran bosque vivían muchos animales y árboles pero sobre todo vivían abetos.
Se acercaban las navidades y los abetos hablaban de que como todos los años los hombres escogerían a uno de ellos para ponerlo en la plaza del pueblo.
Entre los abetos había uno muy vanidoso era el más alto de todos y estaba muy orgulloso.

-¡No os hagáis ilusiones!- les decía a los otros abetos. Para poner en la plaza del pueblo sólo escogerán a uno ¡y ese seré yo!. Porque soy el más bonito y el más listo de todos.
Pero los abetos no le escuchaban porque estaban pendientes de un pequeño abeto llamado Abetín que aunque era pequeño había crecido mucho y estaba muy bonito. Tanto como el árbol vanidoso pero más pequeño y nada presumido ni maleducado sino alegre divertido y simpático. -¡Cómo has crecido Abetín!-le decían los abetos-¡Seguro que te escogen para ir a la plaza del pueblo! ¡Estás precioso!



Al oír esto el abeto presumido dijo en voz alta: -¡Bah ! ¿Quién va a escoger a ese pequeñajo?
 Me escogerán a mí!
Pero nadie le hizo caso.
Una tarde en la que el viento acariciaba las hojas de los abetos llegaron varios hombres con muchos niños decididos a escoger el mejor abeto para ponerlo en medio de la plaza del pueblo.
-¡Cojamos éste!-dijo un hombretón señalando al abeto vanidoso.
Una niña lo miró y respondió:
-No me gusta tiene cara de pasarse el día presumiendo y gruñendo. Prefiero este añadió señalando a Abetín; es más pequeño pero igual de bonito y tiene cara muy alegre.
Así es que cogieron a Abetín y lo pusieron en la plaza bien adornado durante todas las navidades. Cuando éstas terminaron lo volvieron a llevar al bosque con los demás abetos y muy contento les contó lo que había hecho.
El abeto vanidoso muerto de envidia dijo: ¡Bueno bueno! El próximo año me escogerán a mí. No siempre escogen al mejor también hay que dejar a los demás. Pero se calló al oír decir a los hombres:
-Es el abeto más alegre que hemos tenido.¡Lo cogeremos todos los años!
El abeto vanidoso se puso rojo y mientras los demás árboles se reían se prometió no volver a ser tan presumido nunca más.

MORALEJA: El que se infla de vanidad las risas de otros tendrá que soportar.

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