Vuestro tronco era esbelto y verdecía, sorbiendo soles allá en el cerro alto: os arrancaron del paisaje un día, para dar sombras sobre el negro asfalto. Estáis aquí, anclados en la acera, para manchar de verde el gris urbano; se alarga en vano vuestra larga hilera por ver el monte en el azul lejano. ¿Qué cruda mano os puso en estas calles sin secreto, de ruido atormentadas? ¿Por qué os hurtaron a los hondos valles llenos de dulces tardes sosegadas? La tórtola no vierte sus arrullos, árboles de ciudad, en vuestras ramas; ni escucha vuestra copa los murmullos que el viento dice al bosque y las retamas
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sábado, 19 de noviembre de 2011
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