domingo, 21 de marzo de 2010

El hacha y el mango

Un hombre que en el bosque se miraba




con una hacha sin mango, suplicaba



a los árboles diesen la madera,



que más solida fuera

para hacerle uno fuerte y muy durable.

Al punto la arboleda innumerable

le cedió el acebuche; y él, contento,

perfeccionando luego su instrumento,

de rama en rama va cortando a gusto

del alto roble el brazo más robusto.

Ya los árboles todos recorría;

y mientras los mejores elegía,

dijo la triste encina al fresno: Amigo,

infeliz del que ayuda a su enemigo.

Felix Maria de Samaniego

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